Hace poco volví del Camino de Santiago, una aventura improvisada recomendada por mi sabio
amigo Raúl Vincenzo, experto en viajes conscientes. ¿Desde dónde elegí hacerlo? Desde el mismo
lugar desde el que suelo tomar las cruciales decisiones de mi vida: una corazonada que no
entiende de pros ni contras. Lo cierto es que no siempre tomo las decisiones desde ahí, sigo
aprendiendo.
En la vida las cosas pasan cuando tú haces algo para que pasen; las etapas evolucionan si evolucionas
tú; todo lo que te propongas en la vida tiene que ir acompañado de un compromiso profundo
contigo mismo/a; si lo crees, lo creas; si te atreves, lo conseguirás.
Hace meses me hallo inmersa en un proceso de búsqueda, de revolución interior. Siento que ha
llegado el momento de dar un salto cualitativo en mi vida profesional, llevo 20 años acompañando
en procesos terapéuticos, ayudando en lo que por mi propia experiencia he aprendido, a personas
que necesitan resolver conflictos internos de muy diferente índole. Anhelo hacer algo más.
Para esclarecer algo en este camino de nuevos descubrimientos decidí unirme a un grupo de personas
con similares inquietudes y hacer el Camino de Santiago acompañados por un gran profesional,
Josepe García. Mi propósito: espacios prolongados de silencio, inmersión profunda en mí y
consecuentes tomas de consciencia.
Me encanta fluir con la vida y planifico sólo lo estrictamente necesario. Al camino de Santiago decidí
sumarme dos días antes de la partida, sin mochila, indumentaria, ni por supuesto haber entrenado
previamente para ello !sin nada previsto vamos! No penséis que por eso no existieron
todo tipo de resistencias internas, y también externas. Decidí guiarme por esa energía que nace
desde lo más profundo de mí que me empuja a hacer grandes cosas. !Simplemente me atreví!
La vida nos tiene preparado lo mejor para cada uno de nosotros, sólo debemos creérnoslo y aventurarnos
a por ello.
La experiencia de ir al Camino de Santiago, desde que lo decidí hasta mi regreso a casa, sucedió
de la mejor manera posible. Un estado de plena conciencia impregnó cada kilómetro recorrido.
Trabajo personal profundo, nacimiento de nuevos vínculos, muchas risas y también lágrimas, conversaciones
reveladoras, reflexiones, todo tuvo lugar. Descubrí un marco de naturaleza, senderos,
albergues y personas maravillosas, que de no ir me hubiera perdido.
¿Quienes de vosotros está dispuesto a escuchar su corazón y atreverse? Puedes compartirlo en
un email y enviármelo a info@totalmentevital.com y estaré encantada de leerte.