Hoy en día nuestra vida esta repleta de actividades y ruidos siendo muy difícil encontrar un lugar de silencio y quietud. Practicar este tipo de meditación conlleva cultivar el silencio que existe en cada uno de nosotros pero que ignoramos por completo en nuestro día a día.
Descansar en la dimensión del silencio te proporciona una seguridad y confianza de la que puede nutrirse tu vida aunque ésta sea muy ajetreada y ocupada.
El silencio no es lo opuesto al sonido, sino en realidad es una dimensión de la conciencia que abarca todos los sonidos. Meditar en el silencio es meditar a su vez en los sonidos, abarcando a ambos casi al mismo tiempo porque uno siempre es el antecesor del otro, es decir, los sonidos brotan del silencio y a su vez el silencio aparece cuando cesan los sonidos.
Como seres humanos necesitamos aprender a relacionarnos con el silencio, interior y exterior. El silencio es un nuevo territorio que necesitamos explorar y habitar si queremos realmente que nuestra vida se transforme, familiarizándonos con la práctica progresiva de estar en calma, receptivo, paciente, atento y advertir como entonces la dimensión del silencio comienza a abrirse paso en nuestra consciencia. A medida que avanzamos en la práctica comienzan a aparecer los beneficios profundos.
Cuando aprendemos a aquietar el ruido de nuestra mente y de nuestras preocupaciones vitales descubrimos el centro y la lucidez necesarios para superar el dolor, la inquietud, la dependencia y el miedo. Habitar en este nuevo territorio resulta muy útil para la vida personal, para la relación con los demás y para la consecución de nuestro proyectos de forma verdaderamente nueva y creativa. Es lo que vamos a explorar en esta práctica de meditación.
Pronto el silencio será una leyenda del pasado. El hombre inventa, día tras día, máquinas y dispositivos que aumentan el ruido y distraen a la humanidad de la esencia de la vida, de la contemplación, de la meditación.
