¿Has sentido alguna vez angustia, pánico y ganas de salir corriendo cuando delante de ti se ha manifestado alguno de tus mayores miedos o dolores profundos? En mi caso podría decir que son innumerables las veces que la tristeza, la angustia, la opresión en el pecho y el nudo en la garganta me indicaron que ante mi se encontraba, una vez más, algo que era necesitado mirar de frente. Sólo así conseguiría aceptar, comprender, superar e integrar.
La tentación de mirar hacia otro lado, ignorar lo que sentía, culpar a otros, rechazar o distorsionar los mensajes de mi cuerpo, sin duda existían. Pero entonces no habría llegado hasta donde me encuentro hoy. Una forma de vida hecha a mi medida, con las riquezas y abundancias que ahora necesito, rodeada del amor verdadero que yo misma soy capaz de hallar en mi, con escasos amigos pero auténticos. Gozando de salud, alegría y gratitud por el privilegio de sentirme viva y ser protagonista de mi propio guion de vida. Estas y otras muchas cosas valiosas sólo he podido acceder a ellas, o atraerlas a mi vida, a base de afrontar mis miedos, abrirme al dolor más agudo, sentirme romper por dentro, llorar viejas heridas inconscientes hasta ese momento desconocidas, mirarme
incansablemente en el espejo de los demás, de mis relaciones, de todos los sistemas humanos que me rodean. Así, una y tantas veces como fueron [y son] necesarias.
Sentirte como un ser completo y luminoso. Alcanzar las mieles de una plenitud profunda, el simple gozo de ser y existir, se consiguen sólo si eres inaccesible al desaliento. Para ello es necesario ahondar en un profundo autoconocimiento, cultivar una mente serena y compasiva que despliegue todo tu potencial. Vivir desde el amor
hacia ti mismo y hacia todos los seres que te rodean, incluidos aquellos que pudieron hacerte daño.
Todo lo anterior es posible porque el amor es la envoltura invisible en cada paso que damos en el camino de nuestro propio crecimiento personal. Los constantes darse cuenta por dolorosos que sean, asimilar lo que es para comprender e integrar en una vasta conciencia que ha dejado de juzgar y que puede acomodar sin más. El amor
impregna todas esas actitudes y acciones llenas de intención de acabar con el sufrimiento ciego y gratuito, y llenarnos de sosiego. Amor. Un estado de consciencia que diluye las corazas del dolor, la intransigencia, la frialdad, el orgullo y la ceguera. Una búsqueda constante de clarividencia que nos ayuda a despejar las incógnitas y atravesar las múltiples capas de cebolla. Una mirada lúcida sobre ti mismo y sobre le mundo.
Raquel Roji

Precioso artículo. Enhorabuena.
Que difícil mantenerse en ese centro que te permite mirar de frente todo lo que viene y acogerlo sin juicio para enfrentarlo, aprende y seguir adelante. Muchas gracias.
Impresionante como describes tú evolución a lo que eres ahora. Para sentirse orgullosa de haberlo conseguido. Precioso como escribe. Gracias